La fragmentación de los grupos no es la única dinámica impactando la violencia: entre el primer trimestre del 2008 y el primer trimestre de 2009 sólo emergió un grupo nuevo. Ese grupo, la organización vinculada a (Teo) fue el único presente en Baja California y representó una ruptura mayor dentro de la organización Arellano Félix. En ese estado, una ruptura al interior del grupo contribuyó a un periodo de tasas de homicidio altas. Al mismo tiempo, no obstante, la violencia también incrementó en Chihuahua, Durango y Sinaloa sin la presencia de ninguna organización nueva. La violencia incrementó entre grupos existentes o por conflictos internos.

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Estados con muchos grupos pequeños no fueron necesariamente los peores en términos de conflicto. Entre 2010 y 2011 el número de grupos presentes en Jalisco, Michoacán y el Estado de México se incrementó de manera sostenida como también ocurrió con la tasa de homicidios, no obstante, los niveles de violencia fueron moderados comparados con otros momentos de la “guerra contra las drogas”. De hecho, en Jalisco, la tasa de homicidios a final de 2010, cuando había seis grupos presentes en el estado (todos con presencia media) es casi idéntica a la tasa de homicidios en la parte final de 2015 cuando CJNG era el único grupo con presencia mayor en todo el estado.

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El mapa también muestra que la trayectoria de los grupos criminales organizados es heterogénea en el país. Ciertas regiones experimentaron fracturas y consolidaciones subsecuentes, mientras que otras vivieron una fragmentación continua. Aunque hay muchas más organizaciones presentes en el mapa de 2013 a 2015, este incremento se debe principalmente a la presencia de remanentes o facciones separatistas en pocos lugares, especialmente Guerrero, Michoacán, y Tamaulipas. Estos estados vivirían un incremento en la violencia aún mayor en los años posteriores a 2015.